Esteban
Pintos
La primera jornada del Cosquín
Rock no pudo ser mejor. Los Piojos y Attaque 77, junto
con 2 Minutos, El Otro Yo, entre otros, dieron el puntapié
inicial.
Faltaban quince minutos para las seis de la tarde y
mientras el sol todavía gobernaba el centro de
la histórica Plaza Próspero Molina, el
entusiasmo de todo comienzo estalló con Los Nietos
de Báez. Una de las elegidas en el pre Cosquín
abrió el fuego del Festival Brahma Cosquín
Rock y, de ahí en más, otras once bandas
sacudieron el escenario Atahualpa Yupanqui. Un piquete
de protesta detuvo por un momento la seguidilla, justo
cuando caía la noche, pero luego todo se encaminó,
aun con el desorden y entusiasmo organizativo propios
de todo festival multitudinario (de público y
artistas). Los más notorios, esperados y en evidente
estado de gracia popular fueron, por supuesto, Los Piojos.
Al cierre de esta edición, el quinteto del oeste
grambonaerense abría su contagiante show recibido
con fervor por la multitud. Banderas, bengalas, esas
canciones (Ay ay ay, Tan solo,
Maradó y otras tantas): el ritual
de siempre. Ya era sábado y el cielo con sus
estrellas lucían en todo su esplendor sobre el
Valle de Punilla. Antes de Los Piojos, 3D, Scraps, Bastardos,
Bangladesh, Los Tipitos, La Mancha de Rolando, 2 Minutos,
Cabezones, El Otro Yo y Attaque 77 dieron su descarga
de rock adrenalínico por naturaleza, entusiasta
y visceral, lo que cobra otro valor simbólico
en un país incendiado. Entre los carteles de
publicidad, los chicos más de 15.000 dentro
de la plaza, otros 5000 en los alrededores festivaleros,
los espíritus del folklore que evidentemente
circulan aquí, en este bello contexto serrano,
emergía una bandera a modo de sentencia y pertenencia.
Yo se que vendrán buenos tiempos,
dice. Refiere al título de una canción
de Los Piojos, pero también representa una declaración
de esperanza que refrendarían estos miles que
estuvieron anoche.
Cosquín luce virtualmente tomado, tal como en
el tiempo del folklore. Pero otra es la escenografía
que aporta el público. Estos pibes de 2000 llevan
a Maradona, el Che, Luca, el Indio Solari y Mick Jagger
en sus remeras, se sacuden espasmódicamente al
ritmo de las guitarras distorsionadas y los coros futboleros.
La excepción al panorama de esta primera noche
coscoína y habría que pensar un
rato sobre la cuestión, si es así o no
tal vez haya sido El Otro Yo. También son populares,
no tanto como Los Piojos. Sus canciones suenan, por
momentos, maléficamente infantiles. En otros
momentos, explotan en una ráfaga de electricidad.
Tienen una escena impactante y saben por donde golpear:
es una banda en pleno crecimiento, pero ya les basta
para jugar en primera. Su show de anoche fue otra prueba
contundente, por si hacía falta.
El día 2 del Cosquín Rock tiene sus atractivos,
también. Después de los números
de apertura, mendocinos (Vacas Sagradas), cordobeses
(Juan Terrenal, Navarros), marplatenses (Dios los cría)
y porteños (Xaga), será el turno de mucho
del mejor rock y blues del país: Botafogo, Pappos
Blues, La Mississipi, MAM y Riff. Más tarde,
el campeón de los power trío (Divididos)
y el aspirante a la corona (Catupecu Machu) serán
las atracciones centrales. Los chicos y chicas que acampan,
los que duermen donde pueden, los que disfrutan de la
hospitalidad local, los del Che, Maradona y Solari siguen
esperando por más rock. El rocanrol del país
incendiado, que se mantiene vivo.
Fuente:
Diario Página/12 (http://www.pagina12.com.ar)
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