Javier
Aguirre
Attaque 77, la banda que nunca descansa, graba un
disco en vivo con escenografía provista por los pibes

En una semana de dolor punk-rocker,
es cantado que la presentación de Attaque 77 en Obras
-este sábado y el que viene, función agregada por la
gran demanda de entradas- tendrá mucho de homenaje al
querido Ramone. Pero también de merecida celebración
del romance entre la banda y sus fans, al punto de merecer
una preproducción con un registro detallado de los trapos
entregados para ser exhibidos y que luego serán también
parte de las imágenes del disco, a editarse en junio.
”Cuando ellos duermen, nosotros trabajamos”,
aseguraban los Attaque 77 hace diez años, en su canción
“Donde las águilas se atreven”. Hoy son
una de las bandas más activas del rock argentino; desde
1997 vienen girando ininterrumpidamente por el interior,
España y distintos países de Latinoamérica, además de
anunciar una inminente gira por Alemania y Suiza (!).
Pero la hiperactividad de Ciro, Mariano, Luciano y Leo
no termina ahí: este sábado se presentarán en Obras,
donde grabarán el disco en vivo Trapos, bautizado así
porque su arte de tapa tendrá el mismo ingrediente que
el decorado del escenario: las banderas de los pibes.
La preparación de Trapos –que será el primer disco
en vivo posta de A77aque, más allá de que hayan editado
algunos temas en directo en el mini LP Rabioso y en
el compilado 89/92– los mantiene trabajando en
doble turno. Por las mañanas ensayan sólo las bases,
y por las tardes, la banda entera. En el entretiempo
de dos ensayos Ciro, Luciano y Leo hablaron con el No,
mientras el guitarrista Mariano Martínez aprovechaba
para trabajar como productor de Katarro Vandáliko, sus
teloneros en Obras. El fallecimiento de Joey Ramone
fue –doloroso– tema obligado de la charla.
–¿Cómo les pegó la muerte de Joey?
Luciano: –Es algo muy triste, fue un ídolo
absoluto de nuestras adolescencias. Su muerte es el
cierre de un ciclo en mi vida musical. A Joey le gustaba
Attaque 77, nos lo dijo cada vez que nos cruzamos y
estrechamos manos. Un amigo nuestro que vivía en Nueva
York tenía contacto permanente con él y lo informaba
sobre nosotros. Cuando tocamos juntos -en Vélez y en
River–, tratamos de no monitorearlos mucho, porque
sabemos en carne propia lo que es eso. Pero igual era
muy fuerte estar con ellos; nos sacamos fotos y charlamos
diez minutos. Es un lindo recuerdo. El arte te hace
eterno.
Leo: –Es el cierre de una etapa para el punk y
la new wave. Joey fue un tipo emblemático. Yo escucho
a los Ramones desde los 13 años, y si bien ahora no
los seguía con tanta asiduidad, su muerte me causó muchísima
impresión. Un bajón.
–¿Grabar un disco en vivo y convocar a las
banderas es darle protagonismo a los fans?
Ciro: –Yo creo que el público arma el show.
Tenemos la suerte de contar con un público que siempre
se renueva, con mucha energía. Metafísicamente –aunque
alguien me diga: “¿De qué carajos estás hablando?”–,
te aseguro que cuando estás en el escenario, y sentís
la energía del público, pasa algo muy difícil de explicar,
eh... La locura de ahí abajo sube derechito a los músicos.
La gente marca la diferencia entre un show y otro. En
Obras, con la gente a full, seguramente va a ser un
show a full. A veces subís al escenario diciendo: “Paremos
la pelota, hagamos un show tranqui”, pero cuando
la energía de la gente te pega en el corazón, salís
todo para adelante. Quizás tenemos canciones muy dulces
que en vivo terminan sonando muy pesadas, cantadas como
con odio, interpretadas con una fuerza inexplicable,
con las piernas temblando y no de miedo. Creo que es
un aprendizaje de lo que es tocar en vivo.
–¿Los fans de Attaque son particularmente futboleros?
¿Será por eso?
Ciro: –La gente que nos trae banderas no pertenece
a barras bravas, son hinchas de fútbol que llevan a
la cancha trapos medianitos, que son los hinchas más
copados, los que están en un término medio. Llevan pasión
verdadera, quieren ver el partido, disfrutar de eso
con su trapo en el alambrado, y que termine sin que
haya violencia. Así sentimos nosotros el fútbol ahora,
más allá de que hayamos tenido una época de popular.
El verdadero arte del fútbol está sobre el césped.
Luciano: –Hay una analogía entre los trapos en
la cancha y en los shows de Attaque. Para esas personas,
la música y el fútbol están fusionados en un ciento
por ciento.
Leo: –En los ‘90, ese acercamiento fue enorme,
con nosotros, Los Piojos...
Ciro: –En las canchas, los cantitos antes eran
“salta, salta, salta/ pequeña langosta”,
y ahora la mitad de las canciones de tribuna vienen
del rock. Por suerte, la violencia del fútbol no ha
llegado a los shows de Attaque. Aunque supongo que si
tuviéramos la popularidad de, por ejemplo, Los Redondos,
sería medio inevitable que, lamentablemente, algo siempre
se escape de las manos...
–¿Es parecido tocar en una banda a ser jugador
de fútbol?
Luciano: –Sí, la pasión, lo de subir al escenario
como si estuvieras saliendo a la cancha...
Ciro: –Lo de poner huevo. Hay una arenga de “¡vamos,
vamos!” antes de salir.
Luciano: –Además, en una banda cada uno tiene
un rol, como en un equipo. Leo está atrás, en la batería,
y cuando jugamos al fútbol, ataja.
Ciro: –Es una cuestión de individualidades, cada
una con sus virtudes, que se suman para bien del equipo.
Y además está la meadita antes de subir a tocar, es
insustituible.
–¿El disco en vivo va a registrar todo el show
de Obras?
Ciro: –No. De los treinta temas que vamos
a tocar, sólo unos quince van a Trapos. Estamos en plan
de disco en vivo clásico: enérgico y que no te aburra.
No queríamos hacer un doble, porque los discos en vivo
a veces empalagan un poco, ya que tienen un sonido bastante
homogéneo. Vamos a reversionar temas como “Espadas
y serpientes”, que lo estamos tocando más tipo
canción, al estilo de Radio insomnio. Y va a haber un
tema nuevo, “Consejos del abuelo”, que es
una historia real, la del abuelo que se la pasa hablando
y protestando; y que vos lo escuchás como si fuera una
radio a la que no le das bola, hasta que te das cuenta
de que tiene razón cuando dice que “la política
y el fútbol son todos negociados”, o que “la
Coca- Cola y la TV son venenos para tener al pueblo
como idiotas”.
–¿Esto no contrastaría con una cierta idea
de considerarlos una banda eternamente adolescente?
Ciro: –Es que nosotros crecimos en público,
cosa que no recomiendo. Es mejor lo que hicieron los
Redondos, madurar primero y después salir al gran público.
Somos un grupo chiquito de gente, nos conocimos siendo
adolescentes y desde entonces tratamos de implementar
el “vivir y dejar vivir”. De todos modos,
los problemas de la adolescencia nunca se terminan del
todo: después te viene la crisis de los 30, la de los
40, la de los 50, la de los 60... Además, la madurez
es también darse cuenta de que todo no se puede hacer
en la vida. Y no lo digo resignado sino viendo los propios
límites. Uno contra el mundo no sirve. Esa tendencia
humana triunfalista de “no bajar los brazos, demostrar
que uno puede” es un error. Hay que saber hasta
dónde llega cada uno. Cuando un amigo tuyo se queda,
vos no lo abandonás, lo ayudás. Es mejor ser solidario
y conocer los límites de cada uno, que pretender cambiar
el mundo vos solo y dejar tirado al que necesita ayuda.
Si a una rueda le faltan los cuatro tornillos, le sacás
un tornillo a cada una de las otras tres ruedas y ahí,
con tres tornillos por rueda, el auto arranca.
–¿Así es como hacen para girar y tocar sin
parar, durante años?
Luciano: –Hay una cuestión clave que es la
convivencia. Siempre, ante cada dificultad, llegamos
a un acuerdo. Estamos más grandes, más maduros y a la
vez más maniáticos.
Leo: –Uno escucha música a la mañana y el otro
quiere silencio, uno toma vino y el otro cerveza, uno
quiere dormir con oscuridad total y el otro quiere que
lo despierte el sol a la madrugada...
Ciro: –Encima somos argentinos, así que tenemos
cerebro de caracol: chiquitito y enroscado... (risas).
Recién llegamos de girar por Panamá, México y Bolivia,
y en el medio tuvimos dos terapias espontáneas. Hablar
de todo, decir quién se sentía bien y quién no, qué
cosas nos molestaban. En el medio de la gira. Es estar
en un boliche o donde sea y decir: “Vamos a un
lugar donde no haya nadie”, y sentarnos nosotros,
el manager y algún plomo a hablar y a decirnos de todo
en la cara.
Leo: –Sí, como el “Gran Hermano” (risas).
Estamos todos locos, pero los trapos dejalos ahí...
El operativo “Trapos” resultó más complejo
de lo que podía esperarse. En 1997, para los diez años
de Attaque 77, ya hubo una experiencia piloto -que terminó
caótica– con banderas de los fans. Por eso esta
vez la producción de la banda organizó un sistema en
el que cada trapo, al ser entregado en Obras, es inscripto
en un celoso inventario, con número de orden y nombre
y documento del dueño. Todo para que después del show
las devoluciones no sean problemáticas. Hasta el momento,
la convocatoria ya reunió a más de 150 estandartes.
Sin embargo, hay algunas excepciones al sistema, especialmente
en los casos de banderas futboleras. “Un pibe
de la hinchada de Almagro me encaró en la calle y me
dio su trapo a mí, porque dijo que sólo transaba conmigo”,
cuenta Ciro. Además, hinchas con banderas calificadas
de River “77, asado y vino” y de Boca “Edda
77” pidieron especialmente ser entregadas el día
anterior al concierto y retiradas después del show.
Evidentemente, con los trapos no se jode.
Fuente:
Suplemento NO de Página/12 (www.pagina12.com.ar),
19/04/2001
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