José
Bellas
En Radio Insomnio, tercera pata de una
trilogía invisible, Attaque 77 propone una música ideal
para sublimar una adolescencia traumada.
Ya va una larga temporada desde que Attaque 77 decidió
congelar los relojes y negarse a entrar en la etapa
vital que cronológicamente les toca: la adultez. Los
primeros síntomas comenzaron a darse en ¡Un día perfecto!
(1997), que giraba en torno a la búsqueda de experimentación,
como si de la primera vez se tratara. El tema no era
el estiramiento sin fin de la adolescencia sino el regreso
a la niñez como el paraíso del que todo hombre es expulsado.
Todo tan conceptual como su continuación, el disco de
covers Otras canciones o un repaso por los temas
alojados en el inconsciente colectivo, compuestas por
artistas tan distintos como Gilda, Ramones, Alberto
Cortez, Erasure, Soda Stereo, Sumo y Roberto Carlos.
En Radio insomnio, tercera pata de una trilogía
invisible, Attaque 77 prefiere asumir su condición como
una elección de vida. Así es que en Canción inútil
(que en realidad habla de los escraches de H.I.J.O.S.)
Ciro Pertusi termina cantando que "es todo lo que tengo
para ser adolescente siempre, que es como vencer".
Siguiendo en esa línea, el épico tratamiento de Caballito
de hierro (oda a una bicicleta desmantelada en un
accidente) y el power pop de Espiral de silencio
(una descripción de las mascotas condenadas del Instituto
Pasteur) ofrecen lecturas tan sinceras como ingenuas.
Las canciones, 15 en total, son presentadas con interferencias
radiales de emisoras porteñas, cordobesas, santiagueñas,
californianas, peruanas, colombianas, españolas, tantas
como tramos tienen sus giras. En ese contexto, canciones
como El camino (un preciosista ejercicio de canción
con cuerdas y tratamiento vocal a la Gustavo Cerati)
y Vacaciones permanentes están plagadas de alusiones
al tipo de vida de los músicos de rock.
A nivel sonoro, más allá de la evolución técnica conseguida
a través de los años, siguen girando alrededor de los
powerchords de The Who, el ímpetu punk y las melodías
pop afines a grupos como Social Distortion y Bad Religion.
Es decir, la música ideal para sublimar una adolescencia
traumada y la lógica progresión de una banda de Flores
que hace largo rato que abandonó la dieta estricta de
Ramones con la que fueron criados. Dos de los contados
ejemplos fuera de esos prototipos son una canción de
amor titulada Beatle (que, en tal caso, reproduce
un clima circa Rubber Soul) y no tan bien concretada
idea de traducir al reggae Resistiré (clásico
de los metaleros españoles Barón Rojo). La producción,
otra vez cortesía del norteamericano Jim Wirt, se encarga
de poner el material en condiciones de aplastar al oyente
contra la pared, sobre todo si se toma la precaución
de poner el volumen en 10 como sugiere la portada.
Hasta aquí, el reporte al día de lo que propone Ataque
77 en su versión 2000. Los chicos están bien, pero no
quieren crecer. Tan claro como querer madurar sin recibirse
de adulto.
Fuente:
Sección Expectáculos del diario Clarín
(www.clarin.com.ar)
27/06/2000
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